Información sobre Chuenga
José Eduardo Pastor, más conocido como Chuenga, fue un emblemático vendedor ambulante que dejó una huella imborrable en la memoria colectiva de Buenos Aires. Nacido el 23 de agosto de 1915, Pastor se convirtió en un personaje entrañable gracias a su carisma, su inconfundible grito de “¡chuenga, chuenga, chuenga a-a-a!” y sus caramelos artesanales que ofrecía en estadios, parques y frente a escuelas.
El origen de los caramelos “chuenga”
El nombre “chuenga” proviene de una deformación porteña de la expresión inglesa chewing gum (goma de mascar). Junto a su esposa, Victoria Strozzo, Pastor elaboraba estos caramelos masticables en su hogar. La receta incluía ingredientes como glucosa, azúcar y esencias de sabores, y la masa se estiraba sobre una superficie de mármol antes de ser cortada en pedazos irregulares. Cada caramelo se envolvía en un papel generoso, con extremos retorcidos que le daban una apariencia voluminosa. La unidad de venta era el “puñado”, una medida arbitraria que dependía del tamaño de la mano del vendedor .
Un personaje de la cultura popular
Durante las décadas de 1930 a 1960, Chuenga se convirtió en una figura omnipresente en eventos deportivos y culturales de la ciudad. Su presencia era habitual en canchas de fútbol, veladas de boxeo y otros espectáculos masivos. Su atuendo característico incluía sweaters de rayas multicolores, y su figura delgada y ligeramente encorvada era fácilmente reconocible .
La popularidad de Chuenga trascendió su labor como vendedor. Apareció como personaje secundario en las viñetas cómicas de la revista Mundo Argentino, dibujadas por Héctor Tomás Rodríguez, y fue mencionado en letras de tango y poesías lunfardas . Incluso, su sweater llegó a ser utilizado como soporte publicitario por marcas como Sportlandia
Un legado que perdura
Chuenga falleció el 3 de diciembre de 1984 en su hogar del barrio de Parque Avellaneda, en la intersección de las calles Eva Perón y Lacarra . En 2012, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires le rindió homenaje otorgándole un espacio en el Recinto de las Personalidades del Cementerio de la Chacarita, con una placa que lo recuerda como un “tierno y dulce personaje porteño”
Hoy, la figura de Chuenga sigue viva en la memoria de quienes lo conocieron y en la historia cultural de Buenos Aires. Su legado es un testimonio de cómo un personaje popular puede convertirse en símbolo de una época y de la identidad de una ciudad.